5.12.16

Cuida tu corazon del resentimiento

En el corazón del Señor está el bendecir a nuestras familias, pero en muchas ocasiones nuestra soberbia estorba la manifestación de aquella bendición. En ciertas ocasiones las cosas en el hogar se ponen complicadas y difíciles, el ambiente familiar se pone tenso y más bien no se desea volver a casa.

Debemos procurar mirar no sólo nuestra familia o las acciones de sus miembros, sino que debemos considerar la condición de nuestro corazón, y más bien acercarnos al Señor, pues él es la fuente del verdadero amor. Vamos a considerar el caso de la familia de José, el hijo de Jacob:       

Génesis 42:7-9 “Al ver José a sus hermanos, los reconoció, pero fingió no conocerlos y les habló duramente. Y les dijo: "¿De dónde han venido?" "De la tierra de Canaán para comprar alimentos," le respondieron ellos. José había reconocido a sus hermanos, aunque ellos no lo habían reconocido a él. José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: "Ustedes son espías. Han venido para ver las partes indefensas de nuestra tierra” 

Tengamos en cuenta que el Señor Jesús dijo: “por la abundancia del corazón, habla la boca”, entonces a través de sus palabras podemos identificar un corazón herido o gobernado por malos sentimientos. Aquí por ejemplo podemos ver la indiferencia en el trato a la familia.

La Escritura nos muestra que cuando José era un adolescente, sus hermanos “le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”, también nos dice que “le tenían envidia”, ellos le apodaban el soñador y cierta ocasión dijeron: “matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: alguna mala bestia o devoró”. Su amargura de corazón y resentimiento los llevó a planear un homicidio.

Para el tiempo del pasaje bíblico de hoy (Génesis 42:7-9) la Biblia nos enseña que José era el gobernador de Egipto, y vemos cómo su corazón reacciona al recordar un dolor del pasado, un dolor de su adolescencia provocado por su hermanos. Como a veces sucede con nosotros cuando recordamos conflictos con los hermanos, o se recuerdan las comparaciones, los abusos, las ofensas, quizá las burlas, entre otros. José los acusó de ser espías, pero en realidad no lo eran.


Es necesario perdonar, pues el perdón genuino trae libertad, sanidad y restauración. Perdonar es obedecer a Jesús, pues él dijo: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados: No condenéis, y no seréis condenados: Perdonad, y seréis perdonados” Juan 6:36-37.

Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. (Cuida tu corazón del resentimiento).

Te invitamos a leer: Devocional "DE LA CÁRCEL AL PALACIO". 



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