4.12.16

La Palabra de Dios es Alimento Espiritual

La Escritura nos enseña que cuando el pueblo hebreo vuelve del cautiverio babilónico se dedican a la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Se adjudica la restauración del templo a Zorobabel y a Josué, la reconstrucción de los muros a Nehemías, y la restauración del culto a Dios y la lectura y práctica de la ley a Esdras.  

La historia y tradición hebrea enseña que Esdras sabía de memoria la ley de Moisés, ocupó el lugar como sumo sacerdote y sobre él recaía la autoridad civil y religiosa por orden del rey Artajerjes. El Señor ayudó a Esdras de manera maravillosa. Esto nos recuerda que cuando hacemos lo que Dios nos ha llamado a hacer contaremos siempre con su respaldo y bendición. Consideramos el siguiente pasaje de la Biblia:   

Nehemías 8:1-3 “y se juntó todo el pueblo como un solo hombre delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés… Y trajo la ley delante de la congregación… Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía… y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley”.

Es muy importante ver que la palabra Esdras es un nombre que significa “Dios es ayuda”, él era un escriba y sacerdote muy capacitado en la ley del Señor. El pasaje nos dice que estaba Israel unido en la puerta de las Aguas para oír la lectura de la palabra del Señor. La palabra de Dios es alimento espiritual.  

Vemos que después del cautiverio en Babilonia los muros que se reconstruyeron tenían diez puertas, algunos de sus nombres eran: “la puerta de las ovejas, la de los pescados, la de los caballos” y cada una de ellas con sus propias características, y aquí se hace mención a la de las Aguas, algunos enseñan que estaba ubicada cerca un manantial de aguas llamado “Gihón” y que por allí entraban las aguas al templo de la ciudad.


Esta relación nos recuerda que la palabra de Dios es viva y eficaz, ella es como el agua que vivifica el corazón seco. Es alimento que fortalece al hijo de Dios y renueva el corazón cansado. Es vital acercarnos a la palabra de Dios y beber de la revelación que nos da el Espíritu Santo y así seremos como “arboles plantados junto a corrientes de agua que dan su fruto en su tiempo, su hoja no cae y todo lo que hacen prosperará”. 

Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. (La palabra de Dios es alimento espiritual).




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