Un día Jacob edificó un altar a Dios, y esto implica trabajo y
esfuerzo. El altar es símbolo de la adoración a Dios y la comunión con él.
Debemos reconocer que la comunión con Dios demanda de nosotros perseverancia,
expectativa y una continua pasión por el Señor, pues es algo que no se construye
de la noche a la mañana (requiere tiempo), ni es el resultado de un accidente...
Años atrás Jacob había estado en éste mismo lugar y había tenido un encuentro con Dios y llamó a ese lugar: Bet-el, que significa casa de Dios, impresionado por el poder de Dios, pero ahora Jacob vuelve al mismo lugar y lo llama El-bet-el, que significa el Dios de la casa de Dios, ahora ya no está impresionado por Sus obras, ni por Su casa, sino por el Dios que hace las obras, el Dios que habita la casa, ahora conoce más a Dios, su amor, su fidelidad, su cuidado y protección.
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Años atrás Jacob había estado en éste mismo lugar y había tenido un encuentro con Dios y llamó a ese lugar: Bet-el, que significa casa de Dios, impresionado por el poder de Dios, pero ahora Jacob vuelve al mismo lugar y lo llama El-bet-el, que significa el Dios de la casa de Dios, ahora ya no está impresionado por Sus obras, ni por Su casa, sino por el Dios que hace las obras, el Dios que habita la casa, ahora conoce más a Dios, su amor, su fidelidad, su cuidado y protección.
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