El
pasaje bíblico de Éxodo 18 nos narra la visita de Jetro a Moisés. Éste había
enviado a su esposa Séfora y sus dos hijos (Gersón y Eliezer) a casa de su
suegro Jetro, y había transcurrido un tiempo durante el cual Dios había hecho
muchas cosas:
Las plagas sobre Egipto, el paso por el mar rojo, el agua y maná en el desierto, la gran victoria sobre Amalec y su ejército; pero su familia: Séfora, y sus dos hijos, no habían estado allí. Moisés no había estado con ellos, y es interesante que la Escritura nos diga que fue Jetro (el suegro) quien tomó la iniciativa de venir a Moisés y traerle su familia:
Las plagas sobre Egipto, el paso por el mar rojo, el agua y maná en el desierto, la gran victoria sobre Amalec y su ejército; pero su familia: Séfora, y sus dos hijos, no habían estado allí. Moisés no había estado con ellos, y es interesante que la Escritura nos diga que fue Jetro (el suegro) quien tomó la iniciativa de venir a Moisés y traerle su familia:
“Y Jetro el
suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el
desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; y dijo a Moisés: Yo tu
suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella”. Ex. 18:5-6.
Creo que
la voluntad de Dios es que caminemos con nuestra familia, que ellos también
puedan ver la gloria de Dios manifestada, pero a veces para nosotros la
comunión con Dios y el servicio al Señor son tan especiales e intensos que nos
olvidamos del tiempo de calidad para la esposa y para los hijos (Es interesante
que los hijos del profeta Samuel, los hijos de Moisés, entre otros, no aparecen
después de sus padres, desempeñando un papel significativo en las Escrituras).
Debemos tener cuidado de mantener nuestra familia unida y en amor.
Autor: Pastor Gonzalo Sanabria
A. Escrito para Estudios y sermones.com Autorizado para publicarse en Reflexiones y pensamientos cristianos
No hay comentarios:
Publicar un comentario