“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado a Bezaleel… y con él a Aholiab, para que hagan todo lo que te he mandado”. Éxodo 31:1-6.
Dios le ha encomendado a Moisés construir el tabernáculo, y por supuesto él no podía hacerlo sólo. Bezaleel y Aholiab son llamados por Dios y equipados por él para una labor específica: construir los muebles y utensilios del tabernáculo. Dios los equipó para hacer esa obra; entonces concluimos que Dios nunca te envía a hacer aquello que no puedes hacer, cuando Dios te envía ya te ha equipado (sólo debes aprender a usar lo que él te ha dado).
Observamos también que ellos tenían unos dones específicos para una labor determinada. Así como cada estrella tiene su propio brillo, nosotros no debemos envidiar a otros, o murmurar por lo que Dios nos ha dado; más bien depender de Dios y su gracia para brillar con la luz de Cristo y glorificarlo mediante la correcta administración de lo que él nos ha entregado.
Observemos que Bezaleel era de la tribu de Judá (la más grande y que marchaba adelante por el desierto) y que Aholiab era de la tribu de Dan (era la última que marchaba por el desierto), vemos que Dios no hace distinción de personas, llama a todos por igual.
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